domingo, 17 de febrero de 2008

Cena en Pierre Gagnaire - Rue Balzac 6, Paris

En junio de 2007, tuve la suerte de conocer el restaurant de Pierre Gagnaire de la Rue Balzac de Paris.
Fue una experiencia sublime. Algo magistral. Desde el primer bocado hasta el último.
Ya los amuse-bouche marcaron la tendencia de lo que iba a presentar el Chef. Algo verdaderamente delicioso. El menú fue "in-crescendo"... todo estaba pensado y medido hasta en su mínima expresión.
Su versión del plato de queso fue algo impresionante: una visión única, con un "croque-monsieur noire" increíble!
Los tres postres que presentó eran magia dulce transformada en manjar.
La atención impecable, desde el sommelier hasta el último de los mozos. Las copas en las que sirvieron champagne, la vajilla, la mantelería... todo soñado.
Su restaurant de Tokio acaba de recibir su segunda estrella Michelin.
No cabe decir más.
Cuando estén "à Paris", visitar Gagnaire Rue Balzac, es un "must".

Almuerzo en barrio La Latina

Hoy al mediodía fui con mi familia a comer a un restaurante gallego del barrio de La Latina, muy próximo al Mercado de la Cebada. Nos lo habían recomendado y como soy curiosa, propongo siempre incursionar por lugares nuevos.
Cuenta con una carta amplia y comida realmente muy buena: un pulpo a la gallega muy acertado, unos chipirones a la plancha exquisitos, bien logrados, en su punto justo. Demás está decir que el bacalao confitado con mermelada de tomates que comí era una maravilla. La atención, sin estridencias pero adecuada.
Al ver la carta de los postres, opté por un "pastel" de queso Idiazabal con membrillo. Ante mi pregunta sobre qué versaba el postre, obtuve por respuesta del mozo un: "es parecido a ése" mientras señalaba al postre que terminaba de servir en una mesa vecina.
Mi decepción fue enorme. No solo no era un pastel sino que parecía una mousse que además no sabía a nada, y el membrillo era una "reducción" estilo jalea cuyo sabor distaba bastante del membrillo. Pero la nota absolutamente disonante del postre fue que en un intento de realzar la presentación, armaron un "trillage" sobre el plato con una especie de salsa de chocolate sobre el cual posaron el postre y, continuando lamentablemente con el esfuerzo de decorar lo indecorable, el encargado de la plaza de dulces lo reforzó con unas líneas más de chocolate tibio sobre el "pastel".
Intenté vanamente retirar el chocolate. El queso no se lleva bien con el chocolate, salvo en contadas ocasiones, y menos aún si en el medio nos encontramos con membrillo. La combinación de sabores no fue pensada.
Espero encontrar algo mejor la próxima vez que vaya. Por lo pronto, sé que la fruta del tiempo es una opción disponible. Y ahí, no hay equivocación probable.